A fines de los años treinta del siglo XX, en las montañas áridas de
México, un coronel cristero y sus últimos hombres se resisten a dejar
las armas.
Estos hombres son campesinos, personas humildes y orgullosas
perseguidas por el gobierno, y para enfrentarlo necesitan municiones.
Sin embargo el apoyo no llega y la vida en la sierra, para ellos, es
cada vez más difícil ya que empiezan a sentir abandono, enfermedad y
soledad.
Esta es la historia que narra la cinta Los últimos cristeros, informó
el director de la cinta Matías Meyer.
El objetivo es que los habitantes
de los estados —principalmente la ubicada en las zonas donde se
desarrolló este movimiento como Guanajuato, León, Aguascalientes,
Querétaro y Guadalajara— pueda conocer este tema y se acerque al cine de
autor.
El director destacó que a pesar de
que la cinta trata sobre la Guerra Cristera, no es una clase de
historia, sino una oportunidad de convivir durante 90 minutos con los
protagonistas de la historia.
Añadió que una particularidad del
material es que tiene subtítulos en inglés porque en Estados Unidos hay
mexicanos que están interesados en conocer esta historia “ya que buscan
entender un poco más acerca de sus antepasados”.
Matías Meyer también habló del proceso creativo de Los últimos cristeros,
destacó que para escribir el proyecto vio el documental de Nicolás
Echevarría y cerca de 10 películas sobre la Cristiada, pero que al
verlas descubrió que quería realizar una cinta completamente opuesta a
éstas.
Detalló que no se inspiró ni realizó una investigación
“seria” sobre este movimiento ya que a nivel narrativo no quiso caer “en
una burocracia histórica” para explicar lo que fue la Cristiada, sino
simplemente buscó transportar al espectador a ese tiempo y despertar en
él un interés por investigar más sobre este hecho histórico que provocó
más de 250 mil muertos.
Quería llegar con una visión
completamente personal y fresca, y para eso me inspiré de otro tipo de
cine, por ejemplo del director Andréi Arsényevich Tarkovski o Pier Paolo
Pasolini y también investigué mucho sobre cine místico, refirió Matías
Meyer.
“Desde el casting dije: no voy a trabajar con
actores profesionales porque quiero que sean personas que hagan que la
gente se vaya con la idea de que conoció personalmente a quienes
lucharon en la Cristiada. Entonces trabajé con campesinos de la zona de
los Altos de Jalisco porque para mí estas personas son místicas y tienen
la lucha en la sangre”.
Durante su intervención, Galo Durán,
responsable de la música, comentó que la gente que vea el documental
“encontrará en él música mexicana que evoca a una cuestión religiosa”.
Al
respecto, Matías Meyer añadió que se interesó por el canto cardenche,
los corridos y la música basada en instrumentos de aire; trompeta y
trombón, “para generar un sentimiento de soledad, de nostalgia de algo
etéreo, de la existencia de una fe invisible en los hombres ya que son
desterrados, viven en la sierra y extrañan a sus familias.
“Destaca
un corrido realizado por don Guadalupe Villalpando, quien nos ayudó a
encontrar las locaciones y actores. En esta pieza don Guadalupe cuenta
toda la historia de la película y es el que cierra los créditos”.
Matías
Meyer comentó que cuando el espectador vea esta cinta descubrirá que
se trata de una película que refleja la emoción del director, lo que lo
conmueve como espectador, lo que cree que le gustaría al público ver,
pero principalmente una visión personal y universal sobre el mundo.
“Verán
que retraté rituales de soledad y comunión con la naturaleza que
entiende muy bien la gente de campo, y para la gente de la ciudad, creo
que les dará un oasis de reflexión, tranquilidad y de contacto con la
naturaleza que en la película es plasmada de forma divina”, describió
Matías Meyer.
Alejandro de Icaza detalló que este documental
permitirá acercarse a una película cuyo trabajo de sonido y música es de
los mejores. Agregó “que no es una película efectista llena de balazos y
música todo el tiempo, sino una cinta de autor con mucho trabajo
técnico-creativo”.
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