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martes, 7 de octubre de 2014

Premio nobel para el GPS cerebral y otras células “curiosas”

El
nuevo hallazgo nos hace pensar en otras células cerebrales,
descubiertas en pacientes que habían sufrido daños en partes específicas
del cerebro, que tienen también curiosas funciones. Parece que nuestro
cerebro es todo un misterio capaz de desempeñar funciones inesperadas.
Estos son algunos ejemplos.

Detector de movimiento animal. Una parte del cerebro parece diseñada para reconocer el movimiento
animal. Los autores de un estudio llevado a cabo en 2003 pidió a
voluntarios que compararan el andar de un robot con el de una persona
para determinar si el cerebro es sensible al movimiento biológico y
puede distinguir entre el mecánico y el animal. Así fue, por lo que al
menos podemos afirmar que estamos preparados para una invasión de
robots.
Cambios de personalidad. El
caso más famoso es el de Phineas Gage, un obrero de ferrocarriles que
en 1848 tuvo un accidente durante una explosión y una barra de metal le
atravesó el cerebro, dañando el lóbulo frontal detrás de su ojo
izquierdo. Gage sobrevivió pero sufrió un profundo cambio de
personalidad, volviéndose irritable e impaciente. Aunque su caso sigue
siendo objeto de debate entre los neurocientíficos, existe un amplio
consenso a la hora de considerar que una parte del cerebro está
relacionada con nuestro sentido del juicio y capacidad de atención.

[Relacionado: El mapa de tu cerebro]

Percepción facial. Las
células de una sección del cerebro están ligadas a otras relacionadas
con la visión y habilidad para percibir rostros. Un estudio de 2010
sobre la pareidolia, la percepción de figuras y sombras como rostros,
descubrió que las células del llamado giro fusiforme se activan de
manera similar cuando vemos un rostro o un objeto que lo parece, como
los agujeros de un enchufe que podrían parecer dos ojos y una boca, o la
cara de la Madre Teresa en una tostada.
Síndrome del gourmand.
Un estudio de 1997 recogió el caso de 34 pacientes que tras sufrir
daños en las células de una pequeña zona del cerebro del hemisferio
derecho presentaron el llamado síndroma del gourmand. Los sujetos
perdieron interés en sus carreras y dedicaron su atención a la comida.
Al parecer, las células relacionadas con el autocontrol se habían visto
dañadas.

La ilusión de la mano de goma. Cuando
un experto toca los dedos de un voluntario y, al mismo tiempo, los de
una mano de goma que se le presenta como suya, se crea un sentimiento de
propiedad hacia la de goma: al golpear ésta, el voluntario sentirá
dolor, por ejemplo. Un conjunto de células localizadas en tres regiones
del cerebro controlan esa sensación de propiedad, que en circunstancias
normales es necesaria para controlar nuestro cuerpo. Algunos pacientes
con daños en esas células afirmaban que sus manos pertenecían a otra
persona.
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