Alhóndiga de Granaditas y el Pípila
Información tomada de El Museo de la Alhóndiga de Granaditas.
Sala de prensa CNCA. 2002.
www.redescolar.ilce.edu.mx
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La Alhóndiga de Granaditas se encuentra en la calle 28 de septiembre esquina con Mendizábal, en el Centro Histórico de la ciudad de Guanajuato
Si bien su cometido inicial fue el almacenaje y la venta de granos, funcionó muy poco como tal, ya que a los ocho meses de haber iniciado sus funciones dio comienzo el movimiento de Independencia y con éste cambió su destino cuando ante el inminente ataque de los insurgentes dirigidos por don Miguel Hidalgo y Costilla, la alhóndiga sirvió de refugio a los defensores de la colonia y el régimen virreinal comandados por el intendente Antonio de Riaño y Bárcenas.
El 28 de septiembre de 1810 fue escenario de una de las primeras y más importantes batallas de la guerra de Independencia con la toma de la Alhóndiga de Granaditas en la que se cubren de gloria las armas insurgentes capitaneadas por don Miguel Hidalgo y Costilla, acompañado por don Ignacio Allende y Unzaga, don Juan Aldama, don Mariano Abasolo y don Mariano Jiménez.
Esta batalla es recordada por la valentía de los mineros guanajuatenses, entre los que sin duda destacó el barretero de la mina de Mellado, Juan José de los Reyes Martínez, "El Pípila", quien cubierto con una pesada losa para esquivar a los contendientes que se encontraban parapetados, logró quemar la puerta del baluarte y propiciar el triunfo de Hidalgo y su ejército.
Causas de la guerra. Al igual que en el resto de la Nueva España, uno de los aspectos sociales que dieron pie a la guerra de independencia en esta región, fue que tanto los mineros como los peones acasillados estaban endeudados de por vida en las tiendas de raya.
Por otra parte, los mineros guanajuatenses fueron severamente castigados por oponerse a la orden del rey Carlos III, que expulsaba a los jesuitas del Real de Minas, lo que motivó que muchos mineros fueran sentenciados a ser azotados públicamente y otros a la pena de muerte.
Lo anterior generó el ánimo social preciso para el levantamiento contra los españoles, sólo faltaba la mecha para enfrentárseles abiertamente, el Padre de la Patria, don Miguel Hidalgo y Costilla la proporcionó, respaldado por el pueblo y muy significativamente por los mineros de Guanajuato.
Es así que el 16 de septiembre de 1810, el pueblo de Dolores fue escenario del inicio del movimiento independentista.
Guanajuato, el objetivo. Con un ejército insurgente integrado por hombres del pueblo armados con ondas, garrotes, lanzas y unos cuantos machetes y fusiles fue que triunfó Hidalgo en Celaya.
Su siguiente objetivo fue Guanajuato.
A tan solo doce días del comienzo de la guerra de Independencia, llegó Hidalgo a la ciudad de Guanajuato.
Ante el inminente ataque de los insurgentes dirigidos por el padre Hidalgo, el 28 de septiembre de 1810, se refugiaron en esta fortaleza el ejército realista y los españoles que habitaban la ciudad, comandados por el intendente Riaño.
Fuertemente armados, los españoles resistían en la Alhóndiga de Granaditas todos los intentos de los insurgentes para apoderarse del edificio.
El esfuerzo costaba muchas vidas a las tropas mal armadas de Miguel Hidalgo.
Desigualdad. La batalla fue cruel y despiadada, y estuvo marcada por la desigualdad de los contendientes.
Sobresalió la valentía de los mineros guanajuatenses, entre los que se encontraba el barretero de la mina de Mellado, Juan José de los Reyes Martínez, apodado el Pípila, quien protegido por una gruesa losa en la espalda, se arrastró en medio de una nutrida balacera hasta la puerta de la Alhóndiga, y armado con una tea ardiendo, logró encender la puerta del baluarte, que pronto cedió, con lo que fue posible ocupar la Alhóndiga de Granaditas.
Así culminó la más grande victoria insurgente sobre las tropas realistas.
Versiones. Existen diferentes versiones acerca del origen del Pípila.
Se desconoce la fecha de su nacimiento pero se sabe que falleció el 26 de julio de 1863.
Una de las versiones narra que fue oriundo del poblado de La Valenciana, Guanajuato y que trabajó como barretero en la mina de Mellado.
La otra cuenta que Juan José nació en San Miguel el Grande (hoy San Miguel de Allende), fue hijo legítimo de Pedro Martínez y María Rufina Amaro y que su esposa se llamó Victoriana Bretadillo.
Valiente mestizo. El insurgente Pedro García que conoció en Guanajuato al Pípila dice que era un hombre fuerte y valiente de tipo mestizo, de origen otomí o chichimeca, que sabía leer y escribir; era moreno de cabello lacio y oscuro, ojos rasgados y complexión musculosa, y padecía cascado, una enfermedad silicosa común entre los mineros.
Partidario de la causa insurgente, pertenecía al ejército organizado por Miguel Hidalgo e Ignacio Allende.
Hoy en día se recuerda al Pípila con una estatua colocada en la parte alta de la ciudad de Guanajuato, obra del escultor Juan Olaguíbel.
Hacia Valladolid. Tras la toma de Guanajuato, el ejército insurgente comandado por Hidalgo marchó a la ciudad de Valladolid, hoy Morelia.
Después se encaminó hacia México; ganó la batalla del Monte de la Cruces y fue derrotado en San Jerónimo Aculco, por el general español José María Calleja.
Tras la derrota se dirigió a Guadalajara, en donde expidió decretos sobre el uso exclusivo de las tierras de comunidad por sus dueños, la abolición de la esclavitud, la extinción de los monopolios estatales del tabaco, la pólvora y los naipes, así como la supresión de los tributos que pagaban los indios.
Exhiben las cabezas. El ejército de Hidalgo se enfrentó al de Calleja en el Puente de Calderón.
Tras caer en una trampa urdida por un ex jefe del movimiento libertador de Coahuila, el Generalísimo fue hecho prisionero por Calleja.
Los cautivos comparecieron ante un consejo de guerra, e Hidalgo, condenado a muerte, sufrió su pena el 30 de julio de 1811.
Un año más tarde de la toma de la Alhóndiga de Granaditas, el 14 de octubre de 1811, llegaron a Guanajuato las cabezas de los primeros héroes de la patria: Hidalgo, Allende, Aldama y Jiménez que fueron colocadas en jaulas de fierro en los cuatro ángulos de la Alhóndiga de Granaditas.
Las cabezas permanecieron allí hasta el 28 de marzo de 1821 en que fueron retiradas por órdenes de don Anastasio Bustamante quien les mandó dar sepultura en el panteón de San Sebastián.
Aún es posible apreciar las cuatro alcayatas que soportaron las jaulas.
Museo de la Alhóndiga. El edificio no volvió a ser depósito de semillas.
Fue transformado sucesivamente en fábrica, almacén de tabacos, vecindario, también funcionó como cuartel de liberales.
En el año de 1864 fue usado como cuartel por las tropas francesas.
Ese mismo año, Guanajuato recibió la visita del emperador Maximiliano, quien tomó la decisión de convertirlo en cárcel, y con esa función se mantuvo hasta que en 1945 se comenzó a utilizar como museo regional.
El 17 de septiembre de 1949 se realizó la dedicación como Museo de la Alhóndiga.
En 1958 se decidió su transformación como el Museo Regional de Guanajuato que hoy opera dentro de la Red de Museos del Instituto Nacional de Antropología e Historia.
De el Pípila a Pasta de Conchos
El Pípila; un minero que se unió a la lucha de independencia y que un 28 de septiembre se inmortalizó y pasó a ser un héroe nacional que de alguna manera encarna a todos los indígenas del México desde la colonia hasta la actualidad.
Recordemos a los héroes del pueblo, un pueblo que sigue siendo explotado como en otros siglos.
No se porque pero el siguiente relato de Galeano me hace pensar que el tiempo parece no cambiar las circunstancias de México y en general de está América Latina nuestra.
El siguiente es un escrito de Eduardo Galeano:
El Pípila
Las tropas de Hidalgo se abren paso, en tromba, desde las breñas de los cerros, y a pedradas se descargan sobre Guanajuato.
El pueblo minero se suma a la avalancha insurgente.
A pesar de los estragos de la fusilería del rey, la multitud inunda las calles y el oleaje arrolla a los soldados y arremete contra el bastión del poder español: en la Alhóndiga de Granaditas, bajo las bóvedas de treinta salas, hay cinco mil fanegas de maíz y una incontable fortuna en barras de plata, oro y alhajas.
Los señores de la colonia, despavoridos, se han encerrado allí con sus caudales.
En vano imploran piedad los petimetres.
El Pípila, obrero de las minas, es el héroe de la jornada.
Dicen que él se echó a la espalda una enorme losa, atravesó como tortuga la lluvia de balas y con una tea encendida y mucha brea incendió la puerta de la Alhóndiga.
Dicen que el Pípila se llama Juan José Martínez y dicen que tiene otros nombres, todos los nombres de los indios que en los socavones de Guanajuato son o han sido.
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