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martes, 17 de julio de 2012

Un paso vacilante podría indicar la llegada de la demencia

El ejercicio puede proteger al cerebro que envejece, muestra un estudio
El entrenamiento con pesas y caminar ayudó la memoria de los adultos mayores, según unos estudios nuevos presentados en una reunión sobre el Alzheimer

Tres estudios recientes sugieren que la capacidad o la forma de caminar de una persona podrían ofrecer pistas sobre la cercanía de la enfermedad de Alzheimer.
Los estudios, presentados esta semana en Vancouver en la reunión anual de la Asociación del Alzheimer (Alzheimer's Association), resaltan los cambios en los patrones de caminar como una señal potencial de que está ocurriendo declive cognitivo.
En un estudio de cuatro años, un equipo suizo liderado por la Dra. Stephanie Bridenbaugh del Centro de la Movilidad de Basilea controló la capacidad de caminar de casi 1,200 pacientes mayores de una clínica de la memoria y comparó los resultados con la habilidad de caminar de personas sanas.
Las pruebas revelaron que un paso más lento y un cambio en la forma de caminar se relacionaban con un avance del declive mental, ya fuera el estado mental conocido como deterioro cognitivo leve (DCL) o Alzheimer completamente desarrollado.
"Los que tenían la demencia del Alzheimer caminaban más lento que los que sufrían de DCL, quienes a su vez caminaban más lentamente que los que gozaban de salud cognitiva", explicó Bridenbaugh en un comunicado de prensa emitido por la conferencia.
En un segundo ensayo, investigadores del Estudio del Envejecimiento de la Clínica Mayo, liderados por el Dr. Rodolfo Savica, también observaron los patrones de caminar de más de 1,300 pacientes.
Se llevaron a cabo dos o más sesiones de pruebas de habilidades mentales y de caminar con cada paciente en un periodo de aproximadamente 15 meses.
El resultado: los declives en las habilidades mentales, que incluían pérdidas en la memoria y en la función ejecutiva, se asociaron con un paso más lento al caminar y una reducción en la longitud del paso del paciente.
"Estos resultados respaldan un posible rol de los cambios en la forma de caminar como un predictor precoz del deterioro cognitivo", apuntó Savica en el comunicado de prensa.
Por último, un equipo japonés de la Facultad de Postgrados en Medicina de la Universidad de Tohoku en Sendai, liderado por Kenichi Meguro, se enfocó en 525 hombres y mujeres a partir de los 75 años. Los investigadores llevaron a cabo pruebas neurológicas, psicológicas y físicas para evaluar el potencial de una conexión entre la forma de andar y la demencia.
Sus resultados fueron similares a los del estudio suizo y el estadounidense. A medida que las habilidades de caminar declinaban, lo mismo sucedía con las habilidades mentales de los pacientes.
"La velocidad al andar se reducía significativamente a medida que aumentaba la gravedad de los síntomas de demencia", anotó Meguro en el comunicado de prensa. Señaló que la moraleja es que "la forma de andar no se debe seguir considerando una actividad motora sencilla y automática que es independiente de la cognición. Están relacionadas".
Los estudios descubrieron una relación entre la capacidad de caminar y la demencia, pero no probó una conexión causal. Las investigaciones presentadas en reuniones médicas por lo general se consideran como preliminares hasta que se publiquen en una revista revisada por profesionales.

El ejercicio puede proteger al cerebro que envejece, muestra un estudio

Se acumula la evidencia de que el ejercicio ofrece cierta protección contra la pérdida de memoria y la enfermedad de Alzheimer. Tres estudios recientes muestran que una variedad de actividades físicas se asocian con unos cerebros más sanos en los adultos mayores.
Un estudio halló que los adultos mayores normalmente sedentarios que caminaban a un paso moderado tres veces por semana durante un año mejoraban el tamaño de la región del cerebro que tiene que ver con la memoria.
Un segundo estudio halló que el entrenamiento en resistencia (con pesas) dos veces por semana ayudaba a las mujeres con señales leves de declive mental a mejorar sus puntuaciones en pruebas de memoria y pensamiento. Y el tercero mostró que el ejercicio realizado para la fuerza y el equilibrio también mejoraba la memoria.
Ninguno de los hallazgos ofrecen una receta clara para evitar los declives mentales y el Alzheimer, pero en conjunto, la creciente acumulación de investigación sugiere firmemente que la actividad física es esencial para un envejecimiento saludable del cerebro, y podría ayudar a prevenir el Alzheimer, aseguró Heather Snyder, directora principal asociada de relaciones médicas y científicas de la Asociación del Alzheimer (Alzheimer's Association).
"Estos estudios realmente comienzan a fortalecer la literatura sobre el impacto que la actividad física podría tener en la reducción del riesgo de la enfermedad de Alzheimer", apuntó Snyder.
Los estudios fueron presentados el domingo en la reunión anual de la Asociación de Alzheimer, en Vancouver.
En un estudio, investigadores de tres universidades de EE. UU. dividieron a 120 adultos mayores sedentarios sin demencia en dos grupos. Un grupo hizo ejercicio aeróbico, caminando en una pista a un paso moderado durante 30 a 45 minutos tres veces por semana, y el otro hizo ejercicio de estiramiento y tonificación.
Un año más tarde, las IRM del cerebro mostraron que el tamaño del hipocampo, una región del cerebro que tiene que ver con la memoria, aumentó en dos por ciento en el grupo que caminó. En el grupo de estiramiento y tonificación, el volumen cerebral del hipocampo se redujo en 1.5 por ciento.
Tras los 50 o los 55, los adultos pierden alrededor del uno por ciento del volumen cerebral al año, señaló el autor líder del estudio Kirk Erickson, profesor asistente de psicología de la Universidad de Pittsburgh. Una reducción marcada del hipocampo puede ser una señal de la enfermedad de Alzheimer.
Los nuevos hallazgos muestran que "el hipocampo sigue siendo muy plástico durante toda la vida, incluso en la vejez", aseguró Erickson. "No solo podemos evitar que se encoja, sino que podemos aumentar el tamaño del cerebro en un periodo relativamente corto, apenas un año tras lograr que la gente se haga más activa".
Erickson y colegas también midieron las concentraciones en sangre del factor neurotrófico derivado del cerebro (FNDC), que es importante para el aprendizaje, la memoria y otras funciones cerebrales, señaló Erickson.
Hallaron que las personas que tenían mayores aumentos en el tamaño del hipocampo también tenían una mejora más grande en el FNDC, lo que sugiere un cerebro más sano, dijo.
Pero no está claro en qué forma el volumen cerebral o los niveles de FNDC se relacionan con la memoria o las habilidades de pensamiento.
El hecho de que ambos grupos (los que realizaron ejercicio aeróbico y el grupo de estiramiento y tonificación) rindieron más en las pruebas de pensamiento y memoria tras un año señala que varios tipos de ejercicio pueden actuar sobre distintas regiones del cerebro o distintas redes cerebrales, apuntó Erickson.
En lugar de decir que un tipo de ejercicio es más importante que otro, es probable que la respuesta sea más compleja, y varios tipos de actividad física afecten distintos aspectos de la salud cerebral, comentó Erickson.
Para evaluar justo ese tipo de teoría, investigadores de la Universidad de Columbia Británica y de la Universidad de Illinois, en Urbana, dividieron a 86 mujeres de 70 a 80 años de edad que ya mostraban señales de declive mental leve en tres grupos. Un grupo hizo entrenamiento de resistencia (pesas) dos veces por semana, otro hizo entrenamiento aeróbico (caminar) dos veces por semana, y el tercero realizó ejercicios de equilibrio y tonificación dos veces por semana.
Tras seis meses, el grupo de entrenamiento en resistencia mostró una mejora significativa en el rendimiento en pruebas de atención y memoria, en comparación con los otros dos grupos, hallaron los investigadores. El entrenamiento en resistencia también llevó a cambios funcionales en tres regiones del cerebro que tienen que ver con la memoria.
El grupo de entrenamiento aeróbico mostró mejoras en el equilibrio, la movilidad y la capacidad cardiovascular.
El tercer estudio, de investigadores del Centro Nacional de Geriatría y Gerontología de Japón, se enfocó en 47 adultos mayores con deterioro leve de la memoria, que se dividieron en dos grupos.
Un grupo realizó 90 minutos de ejercicio supervisado dos veces por semana, y el otro, el grupo de control, asistió a unas cuentas sesiones de educación en salud.
El grupo de ejercicio realizó entrenamiento en fuerza, aeróbicos y ejercicios para mejorar el equilibrio, durante un año.
Los del grupo de ejercicio mostraron una mejora en una tarea de memoria y en pruebas que medían su capacidad de usar el lenguaje, en comparación con los del grupo de educación, aunque ambos grupos mostraron mejoras en la memoria, señalaron los investigadores.
"Hay mucha evidencia disponible que sugiere que el ejercicio puede resultar beneficioso de muchas formas, ya sea al reducir el riesgo de obesidad y de aumento de peso o la inflamación", aseguró Erickson. "El ejercicio se asocia con una mayor esperanza de vida, y se ha mostrado repetidas veces que se asocia con una reducción en el riesgo de demencia. Parece que hay una relación muy directa entre la actividad física y la integridad del cerebro".
Debido a que estas investigaciones se presentan en una reunión médica, sus datos y conclusiones deben ser considerados como preliminares hasta que se publiquen en una revista revisada por profesionales.
Además, los expertos anotaron que aunque estos estudios hallaron una asociación entre el ejercicio y un envejecimiento cerebral más sano, los investigadores no probaron una relación causal.


Artículo por HealthDay, traducido por Hispanicare
FUENTES: Heather Snyder, Ph.D, senior associate director, medical and scientific relations, Alzheimer's Association; Kirk Erickson, Ph.D., assistant professor, psychology, University of Pittsburgh; July 15, 2012, abstracts, Alzheimer's Association International Conference 2012, Vancouver, British Columbia, Canada

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