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viernes, 19 de abril de 2013

Marte sacará a la industria espacial mundial de la crisis

La industria espacial mundial atraviesa una crisis profunda y ya no puede jactarse de tener un desarrollo innovador.
Los servicios de la industria espacial van quedando fuera del mercado. El Estado sigue siendo casi el único cliente, como hace 50 años, opina Andrei Ionin, miembro de la Academia de Cosmonáutica Tsiolkovski de Rusia. 
En la antesala del Día de la Cosmonáutica, que Rusia celebra cada 12 de abril para conmemorar el primer vuelo espacial tripulado, el experto manifestó su opinión respecto a las acciones necesarias para salvar el sector espacial a nivel global.

Marte sacará a la industria espacial mundial de la crisis

-¿En qué etapa está la industria espacial mundial?

- Creo que, desde el punto de vista de las ideas, la cosmonáutica mundial está al nivel de hace 40 años, cuando en 1969 el astronauta estadounidense Neil Armstrong fue el primero en pisar la Luna. A veces, pasamos por alto problemas más profundos que están por detrás de las actuales dificultades pequeñas. Por ejemplo, en 2004 el presidente de EEUU, George W. Bush, aprobó una nueva estrategia espacial que, entre otras cosas, preveía el regreso a la Luna hacia 2020. Pero su sucesor, Barack Obama, se vio obligado a frenar la materialización de estos programas, porque durante los seis años transcurridos desde su aprobación no se había avanzado casi nada.
Es necesario recordar que unos 40 años antes de esto, en otra época tecnológica, los estadounidenses necesitaron sólo ocho años para realizar la misma tarea: el presidente de EEUU John F. Kennedy anunció su intención de enviar a un hombre a la Luna en 1961, y en 1969 el hombre pisó el suelo lunar. En el segundo caso, el plazo estipulado fue más largo: 16 años (de 2004 a 2020), y no se han alcanzado resultados importantes durante seis años.
Los estadounidenses no entienden a día de hoy para qué EEUU necesita mirar al espacio. No hay consenso nacional al respecto. Están buscando este consenso, pero no lo han podido encontrar en 40 años. Es una situación similar a lo que tiene lugar en Rusia. Estas dudas están justificadas, porque el sector espacial existe durante más de medio siglo y se financia sólo con el presupuesto estatal. Si el Estado -sea Rusia o EEUU- deja de destinar recursos para el desarrollo de este sector, sufrirá un colapso.
Por eso la cosmonáutica está condenada si no vuelve a ser innovadora y tampoco es capaz de existir sin la financiación presupuestaria. Es una diagnosis dura, pero honesta. A día de hoy, las tecnologías espaciales están presentes en el mercado: la comunicación espacial, la navegación por satélite, la exploración de la Tierra a distancia... Pero la cosmonáutica pierde una posición tras otra en estas áreas creadas por la industria espacial y en los mercados que deberían pertenecer sólo a ésta.
Por ejemplo, hay un millón de usuarios de la comunicación móvil por satélite: se trata de cuatro sistemas espaciales, más de 100 satélites en órbita, las inversiones superan 10.000 millones de dólares. Pero más de 6.500 millones de personas prefieren usar la comunicación móvil terrestre. ¿Qué tecnología goza de más éxito en el mercado? Y ambas empezaron a desarrollarse casi simultáneamente, a mediados de los noventa. Los aviones no tripulados, por su parte, desplazan del mercado a las imágenes de la superficie terrestre tomadas desde el espacio. El mercado de imágenes de satélite atraviesa una fase de estancamiento.
Durante los últimos años, incluso los militares de todo el mundo empiezan a renunciar al uso de sistemas espaciales que son muy caros y obsoletos. Es comprensible: los satélites llevan en órbita más de una década y media. ¿Recuerda cómo era su ordenador hace unos 15 años? ¿Cómo pueden estar contentos los militares si su sistema de navegación por satélite no funciona debido a las interferencias causadas por equipos muy baratos y ensamblados rápidamente? Se pueden desarrollar y lanzar nuevos satélites, más resistentes a interferencias, pero es un proceso muy largo y muy caro. Mientras, se inventarán nuevos sistemas que a su vez generan interferencias.

- Pero, al inicio, esta industria era tan innovadora que servía de locomotora para el desarrollo de muchos otros sectores y hacía realidad el sueño del hombre: explorar el espacio infinito.

- La industria espacial alcanzó tantos éxitos en los cincuenta y sesenta porque en este período gozaba de gran demanda tanto en la URSS, como en EEUU para resolver dos grandes tareas estratégicas y eliminar las amenazas a la existencia de toda la humanidad, ante todo la amenaza de que se libre la tercera guerra mundial. Pero este problema se resolvió cuando ambos países crearon sus escudos antimisiles.
Además, la Segunda Guerra Mundial causó un grave trauma psicológico: millones de personas murieron. Esta guerra terrible sacudió los fundamentos de la fe en el hombre, y es necesario volver a esta fe, recibir un nuevo impulso hacia la vida. En este ámbito, la cosmonáutica fue un bálsamo: el primer satélite, el primer vuelo tripulado al espacio... la idea de que el hombre pisó la Luna y después podría volar hacia otros planetas donde encontrar lo que hace falta en la Tierra.
Los éxitos en el espacio pusieron en evidencia que "el hombre es el hombre". Además, la cosmonáutica de los cincuenta tuvo un gran éxito comercial. Los pedidos espaciales cargaron a la industria militar creada antes y durante la guerra que en aquel momento no funcionaba y, en parte, se remodeló.
Ahora la comercialización ha cambiado. El sector de negocios se interesa sólo por aplicaciones para el gran público, por ejemplo de teléfonos inteligentes cuyo mercado de venta supera toda la industria espacial. La cosmonáutica también quiere ‘jugar en este campo’. Reinaba una euforia según la cual el espacio podía ofrecer algo para crear productos y servicios para las masas. Por ejemplo, el fundador del imperio Microsoft, Bill Gates, propuso la idea de crear una Internet global espacial y lanzar 1.000 aparatos espaciales, pero en un sistema de tales dimensiones habría más satélites de los que existen en todo el mundo.
Había varias ideas y sistemas similares, pero en los 2000 la euforia se esfumó porque cuando se trata de tecnologías es importante tomar en consideración la velocidad con la que se realizan proyectos. En la cosmonáutica los procesos innovadores se llevan a cabo consumiendo decenas de años, mientras que en caso de las actuales tecnologías de información, se trata de meses, semanas o días. Los negocios se desarrollan con una mayor rapidez en este sector.
El más lento siempre pierde. Pero la cosmonáutica no pudo transformarse y perdió la batalla. No se logró ofrecer el acceso de todos a un Internet espacial, por eso los miles de nuevos satélites y los miles de cohetes portadores ya no eran necesarios. Si no hay innovaciones, no habrá propuestas competitivas y sus méritos ante la humanidad ni serán tomados en consideración.

- ¿Y qué se puede hacer? ¿Conformarse con lo que hay o probar a separar el sector espacial del Estado?

- A día de hoy, muchas esperanzas se cifran en la industria privada. El modelo a seguir es la empresa estadounidense Space Х. Pero las nuevas empresas privadas sólo ofrecen productos espaciales ya conocidos (cohetes portadores, satélites, etc.) de modo más rápido y por un precio más bajo en comparación con los gigantes espaciales. Pero Space Х no crea nuevos mercados,  sino que ofrece al Gobierno de EEUU servicios que anteriormente pertenecían al monopolio de las empresas Lockheed Martin y Boeing.
Es decir, en este caso la cosmonáutica privada no cumplirá las misiones que se le encomiendan. Los que opinan que la cosmonáutica privada salvará al sector espacial a nivel global cometen un grave error: las empresas privadas no dan nuevo sentido a la cosmonáutica, pero por lo menos pueden despertar a Lockheed Martin y Boeing de la ‘hibernación’ en cuanto a innovaciones.

- ¿Dónde está la salida?

- La única salida es realizar el proyecto ‘dos en uno’. Un proyecto que, por un lado, inspira a toda la humanidad -desde ingenieros a diseñadores- y por otro, puede interesar al sector de negocios, que siempre tiene hambre de tecnologías con un potencial comercial en el mercado global. Si estas dos condiciones se cumplen, el Estado se adhiere al proceso destinando recursos del presupuesto.
En esta situación veo sólo una posibilidad también: la colonización de Marte, un planeta de reserva para la humanidad. Cuando en la primera etapa se realicen vuelos sólo en una dirección se creará una colonia con su mantenimiento a cargo de robots.
¿Por qué estas posibilidades son nuevas para la cosmonáutica y por qué supone una transformación drástica de la estrategia espacial? Porque un proyecto similar con vuelos en una dirección podemos realizarlo usando casi todas las nuevas tecnologías.  Además, los colonizadores vivirán en el planeta confiando sólo a en sus propios recursos y en la alta tecnología. Y ¿qué tecnología les ayudará? Su gama es amplia, pero son necesarias las innovaciones de eficacia energética, de economía de recursos, de transformación de desechos, robots, adaptación de personas para las condiciones de Marte, etc.
Se trata de tecnologías necesarias para el mundo, lo que quiere decir que su potencial comercial ‘terrestre’ se estima en decenas de billones de dólares. Son tecnologías para las masas, lo que necesita el sector de negocios. Así las cosas, creo que este proyecto devolverá el sentido a la cosmonáutica, tanto el económico como el humano, y esto no hará útil a la cosmonáutica dentro de 20 o 30 años sino ya a día de hoy.
Además, un proyecto similar de vuelo a Marte no podrá llevarse a cabo por cada país por separado. Por eso este proyecto contribuirá a la unión de los pueblos, lo que soñaban los fundadores de la cosmonáutica al inicio de la era espacial. Así las cosas, hay salida tanto para la cosmonáutica como para toda la humanidad. Y es la única salida. Está bien y espero que los acontecimientos se desarrollen como deben.

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