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viernes, 14 de septiembre de 2012

Libros de estilo para lectores y escritores en internet


En la red no se lee igual. Dos obras analizan y dan consejos sobre el uso de la lengua en los nuevos medios 'on line'.

 

Nunca habíamos leído y escrito tanto hasta la explosión de los nuevos medios basados en la red. Pocos hablan con sus dispositivos y en cambio «la mayoría prefiere la escritura», destaca el profesor de la UPF Daniel Cassany (@dancassany). Pero al mismo tiempo, este uso ha hecho evolucionar el lenguaje «a una velocidad nunca vista», apunta el experto en nuevos medios Mario Tascón (@mtascon). Ambos están detrás de dos libros que llegan a las librerías en los próximos días y que abordan la teoría y la práctica de las nuevas realidades de la lectura y la escritura.

Tascón es el director (detrás hay 40 especialistas) de Escribir en internet. Guía para los nuevos medios y las redes sociales, editado por Galaxia Gutenberg (@G_Gutenberg) y la Fundación del Español Urgente BBVA, en el que se abordan «problemas teóricos y soluciones prácticas». Desde reglas de uso respetuoso y efectivo ('netiqueta') a consejos prácticos elementales, los conceptos teóricos básicos de la arquitectura de una web o un libro de estilo propio para cada medio.

Aun con la RAE detrás, el tono de sus "recomendaciones" es el de "no promulgar normas rígidas, sino de formar en la mente de los lectores de la obra una preocupación constante por los usos idiomáticos". 'En línea. Leer y escribir en la red', de Daniel Cassany, publicado en el año 2011 en catalán en catalán (Graó) y ahora en castellano por Anagrama, analiza también las "nuevas maneras de utilizar la escritura para interactuar y resolver tareas sociales", pero poniendo más énfasis la escuela. Por ejemplo: un ejercicio para que los alumnos sean usuarios críticos de la Wikipedia.

 

¿Con faltas? Bueno...

Tanto Cassany como los autores del libro coordinado por Tascón asumen con normalidad las «formas escritas no normativas», en palabras del primero, que ponen los pelos como escarpias a más de un académico o profesor, o la integración de «formas gráficas inimaginables hasta ahora», hasta formar una neolengua que algunos han llamado 'netspeak', 'cyberspeak' o, en el caso del inglés, 'netlish' (¿aquí deberíamos hablar de 'interñol' o 'netcatalà'?). Marta Torres la define como una «escritura ideofonemática» y Xosé Castro, en el libro de la Fundéu, califica recursos como la supresión de tildes, las onomatopeyas, siglas, emoticonos, abreviaturas... como una «ortografía adaptada» a los límites de espacios o la inmediatez.

En lugar de «ejemplos vandálicos de escritura», Cassany asume estos usos como «el resultado de comunicarse de una manera eficaz, rápida y barata», además de una forma de identificación juvenil. «La economía del lenguaje en internet no se debe entender como ignorancia, sino como la adaptación de la escritura a estas nuevas realidades», opina Markus Steen. «A más espacio disponible y más público, más correctos y con menos atajos» son los textos, concluye Tascón. Porque aquí, dice Cassany, entra otro concepto, el de lo «vernáculo digital». Usos «en el ámbito privado y ocioso de la familia y los amigos, que hacemos por iniciativa propia, cuando y como nos da la gana y sin seguir norma o directriz alguna».

«Una comunicación en gran parte privada que se convierte en pública», dice Tascón. En este espacio entre lo privado y lo público nacen desde los blocs a la 'fan fic', creación de una obra nueva que recrea el universo de un autor. En general, documentos que se adaptan a las capacidades de los 'nativos digitales' definidos por Marc Prensky: cómodos en documentos enlazados y que combinan formatos, que practican la multitarea, conectados y cooperativos, rápidos pero impacientes...

Por un lado, este nuevo mundo expande la creación. La 'ciberetiqueta' critica a los fisgones, perezosos o que no aportan nada de interés ('lurkers', 'idlers' y 'smurfs'). «En la red no es posible ser solo un gran lector [...] en internet los lectores también escriben [...] No se puede estar pasivo o callado», escribe Cassany. Por el otro lado, cuenta con limitaciones a las que escritores y diseñadores de medios deben aprender a adaptarse. Los estudios de movimiento ocular (la lectura en F: en horizontal los dos primeros niveles, y repaso rápido en vertical del resto) muestran según Jakob Nielsen que los internautas leen un promedio del 20 % del contenido de una web, lo que le lleva a recomendar que no se escriba en línea más del 50 % de lo que se habría escrito en papel, además de adoptar varios principios básicos de escritura breve, ordenada, segmentada y vinculada.

 

Lectores activos

En definitiva, contar con «el lector asume más iniciativa al elegir qué quiere leer y en qué orden» cuando lee en línea. Porque según Cassany hay lectura digital que apenas se diferencia de la tradicional, y una lectura en línea caracterizada por la conexión, la cooperación, la ausencia de filtros y la diversificación de las formas de escritura. «Cada plataforma, ya sea Facebook, Twitter, Google +, los blogs, los chats, los foros o los medios digitales, tienen sus particularidades, reglas y características», recuerda la Fundéu.

Pero incluso para autores que viven con más excitación ser protagonistas de un momento de cambio que con nostalgia... algo de esto aún hay. «¿Será este mi último libro? [...] No puedo dejar de sentirme como un monje medieval que escribe en latín cuando en la calle hablan romance», concluye Cassany.

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