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sábado, 1 de septiembre de 2012

Rusia no luchará contra sus mendigos

Rusia no luchará contra sus mendigos

Antes de luchar contra la mendicidad, práctica muy habitual para las autoridades de muchos países europeos, habría que crear un sistema de ayuda a los ciudadanos en situación precaria, opinan los expertos rusos.                

Es necesario ayudar a los mendigos a integrarse en la sociedad, adquirir hábitos necesarios para el trabajo y prestarles ayuda médica.

Europa ha declarado guerra a la mendicidad: desde el pasado 1 de agosto en Letonia se prohibió mendigar en el centro de la capital. A los infractores se les hará una advertencia o se les multará por unos 15 dólares.

El alcalde de Riga, Nil Ushakov, manifestó que en el futuro la mendicidad solo se perdonará en la cercanía de las iglesias. De este modo se intenta elevar el atractivo de Riga para los turistas.

Multas para los mendigos

La alcaldía de Riga no está sola en su iniciativa: en la capital lituana, Vilnius, a partir de noviembre de 2011 no solo está prohibido mendigar, sino también dar dinero a los mendigos. La multa por esta infracción del orden público oscila entre 290 y 580 euros. Únicamente se puede ayudar a los indigentes en las iglesias durante eventos especiales.

Semejante decisión se debe a que los mendigos, al pedir dinero en las calles, estropean la imagen de la ciudad y provocan el descontento de sus habitantes, explican las autoridades. Además, la mayoría de los indigentes gasta el dinero conseguido en bebidas alcohólicas.

Antes de introducir las multas, en Lituania se lanzó una campaña informativa, durante la cual se persuadía a los ciudadanos de no dar dinero a los mendigos. De manera paralela se difundían datos de centros de atención que prestaban ayuda y repartían ropa entre los más necesitados.

En diciembre de 2011, el ministro del Interior de Francia, Claude Guéant, decretó que se prohibiera mendigar en los lugares de interés de París: en los Campos Elíseos, en el Louvre, en el Jardin de las Tullerías y cerca del centro comercial Galerie Lafayette. Los infractores serán arrestados o multados.

Noruega también se dispone a luchar contra los mendigos: en otoño de 2012 el parlamento nacional someterá a consideración un proyecto de ley que introducirá una multa de más de 500 euros por dar dinero a un mendigo. El Gobierno considera que la mendicidad se ha convertido en una especie de profesión tanto para los noruegos como para personas venidas de fuera.

La mendicidad no es un hecho punible en Rusia

La legislación rusa, a diferencia de la lituana, no prevé castigo administrativo para quienes den dinero a los mendigos. En realidad el término de “mendicidad” ni siquiera figura en las actas legales, explicó a RIA Novosti el experto de una consultora en temas legales, Alexéi Smirnov.

La responsabilidad penal de hasta cuatro años de privación de libertad solo está prevista por involucrar en la práctica de la mendicidad a los menores de edad (Art. 151 del Código Penal). El resto de las condenas para los mendigos son considerablemente más suaves: el Código de los delitos administrativos de Moscú prevé multas de entre 3 y 15 dólares por infracciones del orden público, por ejemplo, por acosar a los transeúntes, leer la mano e imponer todo tipo de servicios.

Sin embargo, si uno está sujetando un cartelito que diga “alguna ayuda para comer” o “para una residencia de animales”, en teoría no tiene por qué temer a los policías. No va contra la ley.

Pasar por los vagones del metro ruso tocando una guitarra, un acordeón y cantando una canción lastimera ni siquiera se multa, por no contemplarlo las normas del uso del subterráneo de Moscú, aprobadas en 2008 por un decreto del Gobierno capitalino, prosigue Alexéi Smirnov.

En un principio, a los mendigos se les podría aplicar el artículo 2.11.14 del Código de los delitos administrativos de Moscú que prevé una multa de entre 3 y 70 dólares por usar el territorio del metropolitano para actividades comerciales y otras sin autorización escrita de la dirección de la empresa.

Prohibiendo la mendicidad

Los expertos coinciden en que en los últimos años el número de mendigos en las calles rusas se ha reducido bastante. Es porque las sanciones introducidas surten su efecto, asegura la colaboradora de la Fundación Opinión Pública, Liudmila Presniakova.

“Por una parte, la mendicidad a menudo se convierte en parte del crimen organizado”, indica la experta, “pero otra parte, a veces a la gente no le queda otro remedio que mendigar”.

Mientras tanto, en Rusia no están lo suficientemente desarrollados las instituciones de ayuda a las personas cuyas condiciones de vida son precarias. No hay demasiados sitios a los que la gente pueda acudir y solicitar ayuda.

Si en la legislación ha de figurar una normativa relativa a los indigentes, ha de ser bastante humana, indica la catedrática de sociología de la Escuela Superior de Economía, Elena Yarskaya-Smirnova. Antes de multar a los mendigos, el Estado debería crear un modelo de ayuda para esta gente tan necesitada.

“Si en el siglo XVIII se convertían en mendigos los campesinos empobrecidos en las épocas de escasa cosecha, en la actualidad se pueden distinguir varios tipos de personas: los antiguos presos, los adictos al alcohol y los jubilados”, explica la experta. No están integrados en la sociedad, prosigue.

El sistema público de asistencia ha de facilitarles la posibilidad de estudiar y encontrar trabajo, alojarles de algún modo y prestarles ayuda en caso de adicciones. Y para ello se necesita dinero, señala Elena.

Posiblemente, por esta razón los indigentes generalmente reciben ayuda por parte de las organizaciones humanitarias, que les ofrecen alimento y prestan asistencia médica. Los funcionarios, por su parte, suelen ser partidarios de medidas drásticas.

La corrupción sigue creciendo

Si un mendigo no forma parte de ninguna agrupación criminal, no ha de someterse a un castigo por el tipo de vida que lleva, aseguran los expertos.

“Sería inmoral castigar a esta gente”, señaló a RIA Novosti Valeri Gabísov, secretario del “Comité por los derechos civiles”, una organización que se dedica a la defensa de los derechos humanos. La sociedad no ha de permitir que su miembros necesitados tengan que mendigar”.

Pero en la actualidad, tanto el Estado como la Iglesia parecen desentenderse de los indigentes, de modo que se ven en la necesidad de mendigar por toda la ciudad, señala.

En su opinión, una ley parecida a la letona no hará sino incrementar la corrupción en los órganos de mantenimiento del orden público, encargados de controlar que los mendigos no se lancen a las calles. “Con los actuales nivel de corrupción, los mendigos profesionales, además de sus patrones, habrán de pagar a los policías”, sentencia.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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